Misión cumplida. Anoche despedimos como dios manda a Maarten, que abandona Homo no sapiens después de dos años. Ahora se prepara para coger su cuatro latas y llegar hasta Holanda en ocho días. ¡Suerte! El concierto en la sala Quatre Vents de Xavia fue una fiesta en toda regla. Primero salimos nosotros, que nos marcamos una hora más o menos de repertorio. Después llegó el estallido de Homo no sapiens, que se salieron entre chupito y chupito de cazalla. Lo mejor, el solo espectacular que se cascó el homenajeado. Joder, daban ganas de llorar.
Esta vez no hemos roto nada (bueno, sí, se nos cayó una botella de cazalla) y hemos vuelto sanos y salvos. Y contentos, señores, muy contentos. Porque cada reunión con los colegas de Homo no sapiens es "una experiencia religiosa".
Además hemos aprendido varias cosas:
- El rabo de buey y el osobuco son cosas distintas aunque puedan proceder de un mismo animal (este chiste es sólo para entendidos).
- A Pablo no le gustan las series de televisión en las que los perros se convierten en héroes.
- Si pretendes dar un espectáculo del copón en un escenario asegúrate de que todo funciona correctamente, no sea que se te quede un guitarrista colgado del techo y dando vueltas o te caduquen los efectos especiales y el tomate que hace de sangre se te ponga verde después de varias semanas de fermentación dentro de un balón de Nivea (otro chiste para entendidos).
Fotos: En la primera sale Maarten, evidentemente, para eso era el homenajeado. En la segunda, de izquierda a derecha, por si el "corrimiento" no os deja ver los caretos: Pablo, Txema y Panxo.
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